Uno de los principales hándicaps de las compañías de distribución eléctrica, gasísticas y agua son las pérdidas económicas ocasionadas por fraudes.
El fraude energético es, sobre todo, un problema grave para la seguridad y la salud de las personas, tanto para el propio defraudados como para los que le rodean. En los últimos años se han registrado numerosos casos de incendios y descargas provocadas por la manipulación de las instalaciones, según indicaciones de las distribuidoras energéticas.
En términos económicos, los fraudes ocasionan una disminución muy relevante de la facturación, incluso hasta el 40%, llevando al extremo la continuidad de la compañía. A día de hoy, es uno de los principales objetivos de la dirección de las compañías – Detección de fraude.